Honores a un post-Piazzolla rapeado: reseña del disco “Debute”

Franca Hernandez
5 min readMay 22, 2021

Las palabras de Astor Piazzolla en su famosa entrevista con el periodista mexicano Guillermo Pérez Verduzco parecen no perder vigencia. Aquella, la de las carnes canadienses, la caída de la cultura en esos últimos diez años y donde aclara a los oyentes que él no es petiso, aunque la película junto a Carlos Gardel sugiere lo contrario. Cuando el entrevistador le planteó al bandoneonista que él parecía estar “en contra del tango”, Gato le respondió que no era cierto, simplemente tenía otra posición: la de hacer música diferente; Que muchas veces el tango parece una secta, donde se hace siempre lo mismo y es casi un sacrilegio intentar cambiarlo; y por sobre todo, aclaró, que lo importante para él era darle otro lenguaje a la música, algo que los más jóvenes supieron comprender y adoptar a la perfección, pues ellos son los que “siempre están junto a Piazzolla”.

La predica de Astor se hizo carne en varios proyectos musicales a lo largo de los años, y en Uruguay hay quienes se abrazaron al sacrilegio de darle al tango un lenguaje nuevo. El colectivo artìstico “Puchero”, creó una mesa redonda donde la milonga y el tango se dan la oportunidad de almorzar con el candombe, el ska, la murga y el rap. La experimentación y la colaboración entre artistas de diferentes géneros es la clave para lograr su mayor cometido: imaginar canciones con los colores de sus raíces. Entre sus integrantes están Ingnacio Casciani en el bajo eléctrico, contrabajo, violoncello, percusiones y coros; Rodrigo Sanz lleva el mando de las guitarras, la programación, los sintetizadores, las percusiones y voces; Maximiliano Velez se hace presente como violinista; Adrian Borgarelli marcha con el violoncello; Andrés Coutinho marca sus tiempos en baterÍa y percusiones; y Sergio Astengo pone vuelo en las canciones con su bandoneón.

En 2016 lanzaron el disco “Debute”, con la colaboración del Fondo Nacional de Música de Uruguay, donde reunieron a grandes exponentes de la música nacional y, particularmente, trabajaron junto a las voces más emblemáticas del rap uruguayo actual . Un proyecto que juega con los sonidos de ayer, los sintetiza, los moldea y los acopla al hoy. El rap y el tango son géneros que pueden percibirse como antagonistas, entre lo añejo y lo moderno, pero en cuanto se fusionan se revitalizan el uno al otro. Traen historias, cuentos cortos, mensajes para quienes hoy viven por fuera de la límites del país vecino, consejos para un tal Ricardo y la voz inconfundible del actor Walter Rey.

En primera instancia escuchamos la canción “Latinos del sur” con el grupo Dostrescinco. Empujados por el pampero, paseando entre el tango, los coros de murga vieja, y relatos futbolísticos en clave Spica. El tiempo lo marca la batería, pero los pasos los marca en violonchelo, el bandoneón corre por los costados para dejar en claro la fusión que se pretende. Los pibes rinden homenaje a esas pequeñas fotos que hacen a los lugares comunes, las esquinas, el Buceo, los carteles de “No se fía”, los potreros, los vereda-noticiarios, el mate y las tortafritas. Un relato nostálgico, alma mater del tanguero, que entrega los recuerdos de un fuego que templó la lonja de los tambores y ahora aviva la historias viejas de otros al grito de ”¡Uruguayos por el mundo no me pierdan el acento!”.

El rapero Santi Mostaffa aparece en cámara lenta durante la segunda canción: ”La última vez”. Hace una pequeña crónica de “amores” miserables, o mejor dicho: violentos, siempre desde el respeto de quien ve una situación trágica y decide denunciarla. El piano y el bandoneón acompañan el relato, los sonidos de tormenta escenifican las palabras y los silencios nos sumergen de lleno en el acto. “El Bondi” tiene la voz de Gaband Marcab, el pie lo da la voz de un hombre viejo, amigazo de la grappamiel. Cuento de un viaje azaroso en ómnibus donde cada instrumento está calculado como una coma, un punto, un punto y coma dentro de la historia. Tres cuadras para arriba y tres cuadras para abajo, como en las calles de Montevideo. En algún punto, es reflejo de odisea cotidianas.

La canción más rupturista, en comparación a los temas anteriores, es “La Torpeza” con Eli Almic. Abre el suspenso de no saber cuál es el próximo género a experimentar, el laboratorio arranca con la cuerda de vientos. Las palabras fritadas en los samples se mezclan en el Ska para darle la bienvenida a la emcee. Más denuncista, carga contra pequeñas y grandes injusticias acompañada de su único armamento: la música. El grupo AFC sale de sus ritmos habituales, siendo que siempre codean entre el rap y el rock, ahora abren con una chacarera devenida en tango titulada “Arrabal”. La bata es lo único familiar entre sus voces, pero la métrica inconfundible del grupo supo acoplarse al violonchelo y al bandoneón. Se potencia y llega al pogo, un final hecho y derecho para saltar sin distanciamiento social.

Los últimos dos temas brillan con la actuación de Walter Rey, “Panete Ricardo” parece haber escapado de una viñeta de Fontanarrosa. Entre lunfardos rioplatenses y palabras ingoogleables, Rey relata la historia de Ricardo acompañado de una guitarra y un coro que hace al espacio entre los párrafos, la hoja que contiene las líneas tiene forma de violín. El cierre no es tanto una canción, sino un relato final: “Pal`camino”. Tiene la voz del actor, pero la tinta de Galeano. El paisaje sonoro nos lleva a una noche oscura de fogón, el rasgueo seco de una viola acompaña la leyenda y de vez en cuando aparecen voces de decoración para darle el toque final.

Colectivo “Puchero”, sabe cómo reunir talento para abrir el diálogo entre los diferentes géneros musicales. Un proyecto que debería tener más llegada, sobre todo para aquellos que están en busca de explorar nuevos sonidos dentro de la escena del rap o del trap. Pueden tomarlo como un módulo de siete textos, donde cada canción es un pequeño esquema. Es necesario perder el miedo a salir del Boom Bap, traer ese disco viejo que escuchaba tu viejo durante los domingos al mediodía y samplearlo como sea posible. Crear canciones con los colores de nuestras raíces es un campo precioso para explotar. Piazzolla ya dio el primer paso, Puchero recorre el camino y los demás solo tienen que seguir el pampero.

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Franca Hernandez

Me gusta hablar sobre música (en su contexto). Licenciatura en Periodismo, UNLZ.